miércoles, 16 de febrero de 2011

Las lecciones del pasado De la Historia De Chile, relato... y los desafíos del futuro


Tradicionalmente, el término de un año y comienzo del siguiente es ocasión de análisis y promesas, por  ello, estos primeros días son conocidos como el mes que separa el pasado y el futuro, representando al año que termina como un anciano que se marcha y, como un recién nacido al año que llega.

El pasado puede ser objeto de análisis, el día de ayer ya pasó, lo sucedido se realizó, el partido terminó, el acontecimiento ya ocurrió, por ello es posible examinar la conducta de los involucrados, lo hecho y sus consecuencias, lo previsto y lo cumplido, lo acaecido en las horas previas, lo realizado durante el suceso, lo efectuado en las horas posteriores a su término, en breve, dividir lo acontecido en la mayor cantidad de partes que se nos ocurra para interrogarnos sobre cada una de ellas. De este modo, lanzando preguntas penetrantes y apropiadas, encontraremos respuestas valiosas que nos conducen a elaborar conclusiones, corrientemente llamadas: lecciones que nos aporta el pasado. Es un quehacer fascinante en búsqueda de una descripción seria sobre la realidad y sus actores, evidentemente, a mayor conocimiento más grande y sensata será la cantidad de partes que se nos ocurran, más notables, penetrantes y adecuadas serán las preguntas y, más sabias y apreciables serán las conclusiones construidas. Sin embargo, el pasado no se puede modificar o, como muchos creen, no hemos descubierto la forma de hacerlo, por lo tanto, por ahora sólo es posible formular juicios y sentencias.   

En cambio, otra es la realidad del niño que nace y otra la perspectiva que ofrece un desafío de futuro, el horizonte del tiempo se nos viene encima, los acontecimientos y sucesos aún no ocurren, desconocemos lo que se aproxima y, carecemos de control sobre hechos inesperados, acciones inadvertidas, cuestiones omitidas, acontecimientos imprevistos o, usted conoce la fecha exacta del próximo terremoto, de acuerdo, por ahora la desconocemos pero, si incrementamos el conocimiento sismológico, podría ser posible.

Y, esto si lo sabemos, el conocimiento es un proceso como lo hemos podido comprobar en nuestra vida, el niño al nacer experimenta y descubre su entorno y esa realidad, auténtica, consistente, verdadera, está llena de materiales y hechos estimulantes: táctiles, aromáticos, visuales, auditivos, muchos de los cuales recibe a través de sus sentidos. Pausadamente, el niño establece relaciones, ordena información, percibe sabores, melodías, colores… identifica. Su percepción se incrementa y con el tiempo su pensamiento se va desarrollando. Poco a poco elabora supuestos asentados en sus motivaciones, ideas y creencias: una mezcla de información falsa, prejuicios, pasiones irracionales y racionalizaciones donde flotan fragmentos de la verdad… se ha aproximado, ha hallado una fracción de verdad.

Pausadamente, el niño piensa con símbolos, conceptos rudimentarios, teorías, recibe conocimiento de su propia familia, de sus mayores, de sus condiscípulos, de sus lecturas y de la cultura de su pueblo, por estas razones damos la bienvenida a la inocencia y la enorme calidad humana de los primeros años.

A nuestro juicio, el conocimiento es hipótesis porque el ser humano no puede asegurar la precisión de su diagnóstico ni garantizar la validez de su propuesta pero, a pesar de lo dicho, nos atrevemos a decir que todo ser humano es absolutamente singular, no existe un niño igual a otro, incluyendo a los gemelos, uno nace primero el otro después, sus experiencias de vida serán diferentes, permítanos insistir, no existe un ser humano igual a otro, somos totalmente desiguales y esto nos hace a cada uno un ser absolutamente único, irrepetible y exclusivo y, debido a esto, somos de una valorización infinita. Las calidades humanas de cada niño, siendo absolutamente desiguales, son de igual valor.

Nos recomiendan diferenciar y distinguir entre individualidad y singularidad; la individualidad, el individuo aislado, empuja a la desunión. La singularidad del otro, su calidad de único y exclusivo, nos hace desear su compañía… y florecen los afectos y el respeto.

Un feliz año nuevo y, recuerde cada día de este mes y cada instante del futuro, serán únicos, exclusivos e irrepetibles, disfrútelos y, para ello, basta con crear la ocasión de darle sentido a su vida, es el desafío del futuro.

Invitamos a dialogar sobre el tema, acérquese, comparta sus intereses, sueños y esperanzas, como parte de una comunidad que desea trabajar cada día más por el futuro: sus hijas, hijos, nietos, nietas. Un afectuoso abrazo.

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