miércoles, 16 de febrero de 2011

El Adenito Ignacio de Puente


El desoxiribonucleico, parte de la partícula con el cual me encontré, en un sueño......
tenía luz, o sea, parte de la partícula con luz, energía sin limite, pero…
limitada en mí, conectada al tiempo, a la eternidad.

Ando solo, se detuvo y habló, pero soy una conexión al infinito.
Yo por supuesto, quedé impresionado e incrédulo, sonreí.
Dentro de millones de sentimientos, dijo, cada destello…
cada luz de energía invisible, de sabiduría, razonada o no....
es orden de vida, válida y plena, tal vez, sin sentido aparente......

El adenito, era medio loco y medio cuerdo… y medio mago, 
con muchas ansias de expresar que siempre era un algo,
así que no rompería su cadena de encuentros vivos con la eternidad.
De ser a si mismo, un conjunto de otros, todos en si mismos, yo mismo.

Una orden de vida o de muerte, o de esperanza desordenada,
o un desorden de vida ordenada en desoxis, portadores de cualidades…
y también sentimientos… si, y solo si, encajonados y relacionados por diferentes órganos,
tal vez, demasiado ácidos, encerrados… no importa... ¿quién es?...

Me planteó, que les gustaba todo, que se aceleraban y se cansaban,
igual que yo, y que cada uno… sentía el destino de escapar... hacia adelante.

Pero, dijo, no queremos, romper la cadena… los sentimientos con el más allá…
o el más acá… o los dos a la vez, por ahora...

Cuando me di cuenta que estaba soñando, encontrándome cara a cara conmigo mismo, 
observé lo cansado, lo agotado de ambos buscando un cambio.

Se quemó el desoxi en el esfuerzo, en el impulso, pero…
marcó en mi memoria, su mensaje..... de transporte a la eternidad, 
que subyace en la esencia nuestra y que atrapado…
no puede proyectarse.

Con esa contradicción de tres lados, de conformarnos en un imperceptible misterio…
de nunca llegar a explicar quienes somos, adonde vamos…

¿Porqué yo soy yo? y los millones de adenitos que nos conforman están ahí…
esperando… con su vida y nuestro propio mínimo común… y sensación.

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