miércoles, 16 de febrero de 2011

Educación y Cultura en el Litoral de los Poetas Saberes y Aprendizajes

Ante el loable intento público de mejorar la educación surge una primera pregunta ¿quién se beneficia con el perfeccionamiento del proceso de escolarización?

Sin lugar a dudas, servirá a nutridos número de personas: niños y niñas que llegan a escuelas y colegios, sus familias, la comunidad en donde viven,  el lugar en donde ejercerán actividades laborales futuras, el usuario de los productos y servicios que ellos y ellas entreguen con su trabajo, el cliente del país que recibirá nuestros productos de exportación, en una palabra, la humanidad, los que habitamos el planeta tierra y los que vendrán en un futuro cercano. Que trascendental e impostergable tarea.

Y, ¿quiénes son estos niños y niñas que ingresan al proceso de escolarización? A nuestro parecer, cada niño y cada niña es una persona, un ser humano absolutamente sobreabundante en habilidades para si y para compartir.

Tome nota de este pequeño listado de capacidades y habilidades: capacidad de percibir, ver, oír, gustar, oler, tocar, capacidad de observar, capacidad de asombrarse, maravillarse, dolerse, capacidad de amar y tejer una red de lazos afectivos, capacidad de construir, afectos, familia,  utensilios, arte, capacidad de pensar, conocer, desear, imaginar, actuar, moverse, soñar, descubrir, comunicar, leer, diseñar, adaptar, modificar, escribir, dibujar, luchar, transformar, aprender, presionar, razonar, recomenzar, cantar, inventar, expresar, rezar, imitar… y agregue todo el inmenso número de las no mencionadas aquí.

A modo de ejemplo, usted podría agregar la capacidad de entender, la inteligencia humana, el concepto de logo o razón de los griegos, sume a ella la capacidad de querer, la voluntad humana, el concepto de fuerza de los germanos, y sume a lo anterior la capacidad de sentir, la sensibilidad humana, el concepto de luz de los romanos.

Y, enfrentamos un desafío enorme, la necesidad de una educación que forma, cultiva, desarrolla y amplía las capacidades que vendrán demandadas por una sociedad globalizada, articulada alrededor de flujos de información, que usa intensamente el conocimiento especializado y cuya sustentabilidad dependerá de la innovación, el diálogo entre formas de vida y culturas diferentes, el control de los riegos generados por la civilización capitalista y el ejercicio responsable de los derechos y libertades que el sistema democrático expande continuamente.

Vistas así las cosas, la educación no la define el interés de un determinado saber ni tampoco la voluntad del profesor, la define el deber de enseñar a las alumnas y los alumnos aquello que se requiere para vivir pero, con la condición que ellas y ellos sean capaces de aprenderlo.

En pocas palabras, se trata de desarrollar habilidades para que ellos y ellas tengan la vitalidad, la fuerza y el ingenio para enfrentar el futuro.

De no hacerlo como se propone, expandiremos uno de los mayores problemas que afectan y angustian a millones de chilenos y chilenas desde hace ya demasiado tiempo: la mala calidad de la educación y la situación de desempleo y subempleo que aflige brutalmente a los pobres, las mujeres y los jóvenes.  

Y, la educación tiene más de una arista, por ejemplo, el mundo rural constituye una realidad social y cultural específica con sus propios depósitos de significados, y estos deben ser considerados para proporcionar una educación pertinente, equitativa y de calidad para la población rural.

Una educación que no rescate e incorpore este patrimonio no sólo ejerce un impacto destructivo sobre las instituciones, la vida cotidiana e identidad de rural, deja en desventaja a sus niños, niñas y jóvenes para alcanzar una educación de calidad.

La construcción de una sociedad más democrática, equitativa y desarrollada exige el aporte del mundo rural no sólo como escenarios de actividad productiva sino también el aporte económico de sus recursos humanos educados y potenciados. Esto obliga a proporcionar a la población rural educación de calidad en todos los niveles.
  
La preservación de la riqueza, cultura e identidad nacional, encuentra en el mundo rural uno de sus depósitos más relevantes de diversidad y riqueza simbólica, ello es una contribución decisiva a la consolidación de una sociedad más pluralista e integrada.

Así lo vive el pueblo de El Totoral en conjunto con todas las otras localidades de este litoral y nuestro país custodios y defensores de costumbres y tradiciones rurales. 

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