miércoles, 16 de febrero de 2011

De la Historia de Chile… Un relato de Josefina Leoni que se atestigua como verdadero…


Estoy frente a ustedes porque acepté la tarea de agradecer lo valioso que el colegio, nuestras hijas y nuestros hijos, han hecho durante este año 2005.

Como parecía un desafío grande, lo conversamos con las mamás aquí presentes, y entre todas preparamos recuerdos, homenajes, agradecimientos; y, dando rienda suelta a nuestras emociones, dijimos lo que sentíamos frente a la hermosa empresa de la cual nuestros hijos y nuestras hijas son autores.

Esta bella mañana de primavera empezó más temprano que otros días. Nuestro despertar fue diferente. Un cosquilleo de un no sé que, rondaba desde temprano. Nos admirábamos en el espejo y nos descubrimos más lindas que en días pasados. Mirábamos a nuestras hijas y a nuestros hijos y nos parecían distintos, más grandes, más hermosos, más inteligentes.

¿Qué ocurría? No sé; me siento otra. ¿Soy otra? os preguntábamos, miramos a nuestro alrededor y estábamos en nuestra casa, con nuestra ropa. ¡Soy yo misma! ¿Qué pasa?

¡Ya! …ahora nos damos cuenta, dijimos todas… es este 20 de diciembre. Son estos días que nos preparan para el encuentro con el generoso cariño de la navidad y, a la semana siguiente, con abrazos y buenos deseos para recibir un nuevo año en nuestras vidas.

Si, son los días, confirmaron algunas pero, también, es algo más dijeron otras o, quizás, preguntó una de nosotras ¿es alguien más? ¡Sí, por Dios! Son estos días y son nuestras hijas y nuestros hijos. Son ellos y ellas, con sus trabajos que hoy celebramos, los que nos hacen mirar de otro modo. Son ellas y ellos, maravillosos hijos, que despreocupadamente no vemos cuando la rutina nubla nuestra vista. Hoy no es un día como todos, hoy, ellas y ellos son el objeto de nuestro especial  interés.

Y, nuestros hijos y nuestras hijas nos hacen ver el mundo con otros ojos, nuestras hijas y nuestros hijos, nos dan una mirada nueva. Hoy entendemos la maravilla de la navidad, Dios que se hace criatura, una guagüita, indefensa, envuelta en pañales, que necesita la leche y los cariños de su madre.

La alegría de vivir nos llenaba el corazón a todas nosotras. Y, con este corazón lleno de felicidad, con inmensa satisfacción, mucho optimismo, y una enorme alegría, nos hemos reunido en esta Biblioteca y Casa de la Cultura para compartir con nuestros hijos, nuestras hijas, sus profesoras y profesores, para agradecer este momento.

En primer lugar, nuestro reconocimiento a la abnegada labor de la profesora del taller literario. Ella, con profesionalismo docente, afecto humano, y grandeza de espíritu, trae a nuestras hijas y a nuestros hijos a esta biblioteca. Facilita su encuentro con libros que sirven para el entretenimiento, sirven para aprender y, además, sirven para disfrutar la belleza del arte de Pablo Neruda y Gabriela Mistral.

Con ella, nuestros niños y niñas desarrollan una sana curiosidad, aprenden a seleccionar sus lecturas y, viven el reencuentro al regresar a esta biblioteca para seguir leyendo. Conocen otros mundos, otras personas, otras aventuras. Cada página abre nuevas ventanas a la fantasía y, al llegar al fin, quedan con deseos de más… más diversión, más aprender, más encantamiento.
Gracias, por todo esto, maestra, madre y amiga; desde el fondo de nuestros corazones nuestro sincero y profundo cariño porque, como conoces mejor que nadie, tus alumnas y alumnos de segundo básico, nuestras hijas y nuestros hijos, son muy inquietos y al principio sólo jugaban en la biblioteca.

Tú, la profesora nueva, les traía a conocer un lugar novedoso y, ellas y ellos, recreaban lo que mejor saben hacer… jugar. Después se interesaron por leer, durante el primer semestre empezaron a escribir en clases y, en el segundo, escribieron un cuento. Tus alumnos y alumnas fueron casi treinta y se reunieron más de veinte obras que empezaron en la punta de un lápiz sobre una hoja de 20 líneas que fue sujeta por la fina mano de cada pequeña y pequeño escribiente, mientras su otra menuda mano guiaba la marcha del  lápiz sobre el papel. Y, durante ese tiempo de escritura, ¿qué fuerza movía las manos de nuestros hijos y nuestras hijas?

La imaginación de cada una y cada uno de ellos, su creatividad, sus talentos, sus voluntades, sus inteligencias, la sensibilidad y disciplina para dar término a tan bellos trabajos. Pero, algo más era posible. Convertir cada original, cada manuscrito, en un libro, en un legado para la comunidad. Y, aquí participan otros actores. Fue necesario digitar los textos en un computador, imprimir, encuadernar, editar y, así, al fin, es posible estar hoy aquí frente a: ¡Un cuento que se hizo libro!

Con inmensa satisfacción, y nuestros corazones llenos de felicidad, agradecemos el esfuerzo y dedicación que aportaron nuestro colegio y su directora, el municipio y su director de educación, y, especialmente, su alcalde. Este libro es también producto de sus trabajos y generosidad.

En nombre de nuestras familias, esposos, hijas, hijos, hermanos, hermanas y la comunidad escolar, gracias a todos ellos por la oportunidad entregada y gracias a cada uno de ellos, por su ayuda en la tarea de dar a nuestros pequeños autores y pequeñas autoras, más y nuevos conocimientos, más y aventajadas capacidades, nuevas y mayores fortalezas... y un mejor futuro.

Infinitas gracias por todo esto y... ¡Feliz Navidad!

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