lunes, 13 de diciembre de 2010

Progreso

Mi amigo Pablo me ha preguntado qué o de qué forma podríamos referirnos al progreso; de verdad nunca me había preocupado mucho de la palabrita y en la medida en que fui metiéndome en el tema, me fue atrapando y se me ocurre que ha sido suciamente manoseada y utilizada por todo y por todos.

Don Alfredo Tamayo Ayestaran en una columna del Diario Vasco dice:” Sospecho que progreso equivale con frecuencia a una expresión socorrida y bien sonante para no callarse y salir del paso.  Bien podría compararse con el ruido de un sonajero (cascabel) que esgrime una mamá ante su retoño (hijo pequeño)”

Personajes de nuestra actualidad, especialmente muchos de nuestros queridos políticos, tienen incorporada  casi como una muletilla, así como tantas otras, a la famosa palabrita vestida  casi de inapelable santidad y se habla de “Políticas de Progreso”,”Medidas para el Progreso”, etc, etc, etc…

Y de verdad me gustaría saber si tienen claro el significado de la palabra o es que han descubierto uno nuevo, quizás suena bien como hilo conductor de un discurso chato, plano y sin ninguna creatividad, pero que pasa a ser identificatorio de una importante personalidad política de nuestro medio y podríamos adivinar y llegar a saber, por los vocablos usados, quien es el orador en cuestión: “buscamos el dialogo siempre”, “en aras de la paz”, “si bien es cierto, no es menos cierto que…”, “estoy cierto de…”, etc, etc…

El año 1968, Herbert Marcuse, aparece en escena como el gran crítico de la” Sociedad Industrial Avanzada” precisando que habría un significado primario  y catalogado con el apellido de “Progreso Cuantitativo” lo que vendría a significar algo más o menos como, que el ser humano habría avanzado mucho en lo concerniente al conocimiento de si mismo y de la naturaleza y como las necesidades de los hombres se han multiplicado con el avance del tiempo y se han creado instrumentos y medios para satisfacerlas considerando sólo lo material.

Hegel y Marx manifiestan que el progreso se refiere al avance por el camino de la libertad y de la felicidad, es decir el progreso consistiría en ir superando, aunque fuera muy gradualmente, los obstáculos que se oponen a la libertad y felicidad del ser humano.

Reflexiones interesantes sin duda, pero dónde esta la cabida para los anhelos y valores más propios de la condición humana, como la bondad, el aprecio de la belleza, el desarrollo del arte en todas sus expresiones, ansias que nuestras potestades han reprimido y condicionado hasta convertir a la mayoría de las personas, en entes que no pueden hacer otra cosa que  tragar, digerir y descargar, es decir, el sentido de éxito se refiere a la capacidad o habilidad que podamos desarrollar para  adquirir utensilios y cosas, usarlos y tirarlos a la basura, porque apenas los has comprado o te has endeudado para adquirirlos, pasan de moda y quedan obsoletos en un tiempo muy breve y así, el mercado pueda introducir nuevos utensilios de fabricación más reciente con las nuevas tecnologías y últimos avances para  no romper la cadena de producción, compra y consumo, a la que empujan las políticas del progreso.

Max Scheller propone a esta tragicómica realidad, una forma de vida que se esfuerce por unir, el disfrute profundo de la vida y de sus valores auténticos, con una cantidad mínima de instrumentos y cosas, que si entreguen  felicidad y libertad, cubriendo en forma equilibrada las necesidades materiales, culturales y espirituales de una sociedad.

Sin duda que  hemos sido testigos del “progreso” de la palabrería, tan solo palabrería… Hoy la Cultura parece vivir de la limosna y de la caridad, y ¿en el litoral de los poetas?… también.

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