lunes, 13 de diciembre de 2010

Para meditar: años atrás Sergio Melnick escribía algo como lo siguiente…

Para que la calidad mejore, lo más relevante en educación es aquello que debe ocurrir en las salas de clases: necesitamos más capacidad de síntesis y menos análisis.

El Doctor Rod Riegle, experto norteamericano, escribió algunas claves del problema: seguimos dando una educación propia de la era industrial, basada en la imprenta del siglo 16 y orientada a trabajar en las fábricas u organizaciones gubernamentales. Una realidad en que la información y el conocimiento eran escasos y caros. Hoy día hay exceso de información y conocimiento: si solicita una búsqueda en internet, lo estará haciendo en unos ¡diez mil millones de páginas!

El problema es gestionar la información, la comunicación y el conocimiento, no su acumulación; en la era industrial, entre un 60 y un 90% del costo de algo era su componente material. Hoy el 2% de un computador, o menos incluso en un yogur, se explica por su materialidad. Es información, conocimiento, marketing. Las empresas producen hoy intangibles que valen más que lo tangible, la gente paga por ello, y caro.

Los colegios deben dejar de ser “almacenes de información” y transformarse en autopistas. El maestro ya no es un “guardián” del archivo del conocimiento, sino un guía para acceder al nuevo mundo del exceso de datos. Por eso, el profesor debe enseñar algo que él mismo no sabe. No tiene sentido seguir con materiales educativos estandarizados, sino cada vez más a la medida, en línea. No existen los “contenidos básicos”, porque la pregunta está mal formulada. En educación no se produjeron avances tecnológicos significativos durante el siglo 20. El libro, la lectura y las clases dominaron el siglo completo.

En el modelo actual, el 80% o más del tiempo educativo ocurre escuchando profesores o leyendo y memorizando materiales de apoyo. Un alumno típico recibe menos de 5 minutos de atención personalizada por día. Llegó el tiempo de los cambios.

El valor de los computadores cae en un factor de 10 veces por década, mientras que los libros aumentan el suyo en un factor de 2 desde los años 50. Si esas tendencias continúan, para el 2015 un computador costará diez veces menos que un libro. ¿Podemos seguir sin cambiar nuestros modelos? A su vez, los estudiantes de hoy no conocen un mundo sin juegos digitales, ven dos a tres horas de TV al día, navegan en internet de 10 minutos a una hora por día, tienen mensajería instantánea, chatean en un idioma propio, están en Factbook,  y ¿queremos seguir educando igual que antes?

A la luz de este tipo de inquietudes, resulta evidente que la educación que criticamos comete un “error tipo 3”, resuelve la pregunta equivocada. Curiosamente, quienes la cuestionan lo hacen por las razones equivocadas. Sus propuestas miran al pasado: más liceos estatales, estandarizados, con contenidos básicos irrelevantes y profesores repetidores de lo mismo; más detalles y memorizaciones absurdas. Por ello, de implementarse sus tesis, harían aun más retrógrada la educación actual.

La educación hay que liberalizarla y adecuarla al siglo 21. No hay que confundir el ineludible rol y financiamiento estatal en el tema con la función de administrar colegios.

Esto es lo que recordamos del artículo ¿usted que opina? Escríbanos y publicaremos su comentario. Gracias.

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