miércoles, 12 de octubre de 2011

Primera Junta de Gobierno

Durante los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX, se comienza a gestar en el Reino de Chile un sentimiento de descontento frente a diversas políticas de las autoridades españolas.

El comercio estaba controlado por el imperio español y, sólo con su autorización Chile podía vender o comprar productos, además debía pagarle impuestos, por ello las alzas de impuestos y la creación de monopolios deteriora la economía chilena lo que repercute sobre la agricultura, minería, artesanía industrial y un comercio que debe soportar una verdadera inundación de productos importados.

A esto se agrega un hecho fundamental de la realidad social colonial: sólo el español de nacimiento merecía acceder a las instituciones de poder, asunto negado incluso al descendientes directos aún si se considerase súbdito leal. 

Según descripciones de la época, hacia el final del periodo colonial, cuando la población "del reino" alcanzaba medio millón de habitantes, sin contar la población indí-gena, aproximadamente 300 mil eran mestizos, 150 mil criollos, descendientes directos de españoles y sólo alrededor de 20 mil eran peninsulares

Estos últimos junto a un puñado de nobles y encomenderos más las autoridades nombradas por el rey o sus representantes, constituían la clase en cuyo beneficio el paí-s funcionaba y, esta realidad terminó cansando a los criollos.

Estos hijos de europeos, aman esta tierra y desean gobernarla en forma libre y bajo leyes que fueran más adecuadas a la realidad de Chile, querían más libertad para comerciar, obtener más ganancias para el país pagar menos impuestos, más libertad para expresar sus ideas y, mejorar la enseñanza.

Toda operación de gobierno puede ser hecha al descubierto y los negocios más importantes pueden tratarse públicamente sin que esta conducta perjudique sus intereses. 

De este modo el pueblo toma un interés profundo en los asuntos del Estado; las expediciones y los proyectos pueden ser una causa pública. De este modo el gobierno puede decir á todo ciudadanos: Juzgadnos, ved si somos fieles depositarios de vuestros intereses, de vuestra gloria y prosperidad.

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