domingo, 13 de marzo de 2011

Educación y Cultura en el Litoral de los Poetas: Mando y Liderazgo


Ante el loable intento público de mejorar la educación surge una pregunta ¿quién conducirá el asunto, padres, mamás, apoderadas, apoderados, directoras, directores, profesoras, profesores? A nuestro juicio el asunto es serio y, a lo menos, es digno de una breve reflexión que puede empezar por reconocer el mérito de un análisis escrito días atrás por Juan Carlos Eichholz:

“…la intendenta es de aquellas personas que prefiere pedir perdón antes que pedir permiso, que cree ser siempre ella la que está en lo correcto cuando se dan discrepancias, que tiene un fuerte sentido de misión en aquello que hace, que se inclina más por la acción que por la reflexión; que, en fin, privilegia el resultado más que el proceso para llegar a él… Y que hay de malo en todo eso, podría preguntarse usted… estamos frente a una persona con un ángel especial, que actúa por vocación y con pasión, que se entrega por completo a la gente, que tiene iniciativa, que habla de frente. Sin embargo, hay un punto que no puede soslayarse y que hace toda la diferencia: en el mundo privado hay un dueño del fundo, lo que no ocurre en el mundo público, en que el fundo nos pertenece a todos, y quien lo dirige lo hace sólo temporalmente y como mandatario de otros… pero a la intendente le cuesta verlo de este modo. Para ella, sus buenas intenciones, su sentido de misión, su capacidad para entregarse por entera a su rol… todo eso, son motivos suficientes para que las cosas tengan que ser del modo en que ella las concibe. Nada de negociaciones, nada de esperar, nada de transar. Quien no está conmigo, está en contra mía. Quien no ve lo que yo veo, está ciego. Quien no cree en lo que yo creo, está equivocado. Es esa suerte de mesianismo la que la hace lanzarse a actuar –siempre motivada por un profundo espíritu de servicio-, pero pasando por encima de otros… En resumen, actuando como dueña de fundo, nunca pidiendo permiso, y ocasionalmente pidiendo perdón… Todo esto lleva a que la intendenta sea prisionera de una contradicción vital, aunque ella no se de cuenta. Y es que no basta con querer hacer el bien: hay que saber construirlo en conjunto con otros, para hacerlo sustentable. Ahí es donde ella falla, en donde sus buenas intenciones se ven coartadas por su forma de actuar, que es más personalista que involucradora, más apatronada que empoderadora. Y quizá cabría preguntarse, si es que usted ya no lo ha hecho, hasta que punto esta contradicción de la intendenta ha sido también una clásica contradicción en la derecha, y al mismo tiempo, por lo tanto, su gran desafío”

Leyendo lo anterior, y teniendo en mente la pregunta inicial ¿quién conducirá el proceso de mejorar la calidad de la educación? Nace una primera respuesta: considerando la importancia y magnitud del desafío planteado, el proceso lo conducirá una persona involucradora y empoderadora con una enorme capacidad de liderazgo porque no basta con desear hacer bien el trabajo educativo, hay que saber construirlo en conjunto con otros para hacerlo sostenible. 

Todos hemos sido testigos del comportamiento de sólo algunas personas con un ángel especial, que actúan por vocación y pasión, que se regalan por completo a la causa de la educación, que tienen iniciativa, buenas intenciones, sentido de misión y capacidad para darse por entero al educador rol de patrón de fundo: hombres que se sienten dueños de su mujer, mamás que se sienten dueñas del hijo, apoderados y apoderadas que se sienten dueñas de sus pupilos, profesoras y profesores amos de alumnos y alumnas, directores y directoras que se ven a si mismas como latifundistas de la educación. Pero, hay algo que hace toda la diferencia: en el mundo de la ficción hay un dueño del futuro, lo que no ocurre en el mundo de la educación porque mejorar su calidad nos involucra todos, y quien dirige el proceso lo hace sólo temporalmente y como mandatario de otros

Entonces, no basta con hacer bien el trabajo educativo, hay que saber construirlo en conjunto con otros para hacerlo sostenible y esta es tarea para un líder porque mejorar la calidad de la ecuación  nos involucra todos. Si aún hay dudas, lea el artículo 19 Nº 10 de la Constitución Chilena: “…La educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de su vida. Los padres tienen el derecho preferente y el deber de educar a sus hijos... Corresponderá al Estado otorgar especial protección al ejercicio de este derecho... Es deber de la comunidad contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de la educación”. Por, lo tanto, importará el acatar el deber constitucional: educar a los hijos y contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de la educación. 

Ante el loable intento público de mejorar la educación nos preguntábamos ¿quién conducirá el asunto, padres, mamás, apoderadas, apoderados, directoras, directores, profesoras, profesores? A nuestro juicio, queda claro el valor de integrar a toda persona con una gran capacidad de liderazgo porque él preferirá ofrecer a imponer, ella prefiere persuadir a exigir, prefiere la conversión a la condenación, prefiere conquistarnos a amenazarnos, prefiere despertar el amor a despertar el temor, hombres y mujeres de una magnificencia personal que mueve a sus seguidores a una respuesta interior (mentalidad) y una respuesta exterior (conducta) que toca siempre lo más profundo del alma.

Quien cree ser la que está en lo correcto cuando se dan disconformidades, pues en su sentir quien no está con ella, está en su contra… quien no ve lo que ella ve, está ciega… quien no cree en lo que ella cree, está equivocada y, por esa suerte de mesianismo se siente dueña del otro y ejerce su habilidad para dominar y capacidad de mando para obligar al otro, podrá vencer pero no persuadir y, por esta razón, le será imposible participar comprometidamente en el proceso de mejoramiento de la calidad de la educación porque el asunto se construye en conjunto con otros para hacerlo sostenible. 

Ý, algo más, la contradicción vital que menciona Juan Carlos Eichholz, ha sido también una clásica paradoja de numerosos hombres y mujeres de todos los tiempos, y al mismo tiempo, por lo tanto, un gran desafío para la educación y la humanidad. 

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