domingo, 13 de marzo de 2011

Día Internacional de la Mujer: Cristina Llerena, psicóloga


Solemniza la voluntad y arrojo de la mujer por su participación en la sociedad y en su íntegro desarrollo como persona. La idea de un día internacional surge en plena revolución industrial, un período de expansión de la población, vigorización de doctrinas políticas, auge del movimiento obrero y el mundo industrializado, a finales del siglo XIX.

La celebración recoge una tradición ya existente en la antigua Grecia, mostrada por Aristófanes al narrar una huelga contra los hombres iniciada por Lisístrata para poner fin a la guerra; se desarrolla durante la revolución francesa, las mujeres parisinas piden libertad, igualdad y fraternidad marchando hacia Versalles para exigir el sufragio femenino; cristaliza en  los primeros años del siglo XX cuando diversos organismos internacionales proclaman la celebración de una jornada específica para la mujer; y se concreta con la resolución de Naciones Unidas: “una paz estable, el progreso social, el establecimiento del nuevo orden económico internacional y el pleno disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales requieren la activa participación de la mujer, su igualdad y su promoción”, la Asamblea General invita a los Estados miembros a “que proclamen, de acuerdo con sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día al año como Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional” (16.12.1977). 

Así, el 8 de marzo de cada año se conmemora el Día Internacional de la Mujer, asignando un eje temático a ese evento. Y, cuando las mujeres del mundo, se unen para celebrar su día, pueden medir su inquebrantable esfuerzo en pro de la igualdad, la justicia, la paz, el desarrollo y, superación de barreras étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas.

Cada día de su vida, y especialmente cada 8 de marzo, la mujer pude contemplar sus aportes creadores en la corriente histórica que hunde sus raíces en el esfuerzo y talento femenino por participar en la sociedad porque como dice Ban Ki-moon, Secretario General Organización de Naciones Unidas: “La igualdad de las mujeres y las niñas constituye también un imperativo económico y social. Hasta que no se logre liberar a las mujeres y a las niñas de la pobreza y la injusticia, todos nuestros objetivos, la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible, correrán peligro”. 

La oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados también se une a la celebración del Día Internacional de la Mujer, con actividades que involucran a las mujeres refugiadas en todo el mundo, con especial énfasis en la educación y el liderazgo de las niñas y mujeres refugiadas.

Para este 2011 el eje temático propuesto por Naciones Unidas para este Día Internacional de la Mujer es el siguiente: “La igualdad de acceso a la educación, la capacitación y la ciencia y la tecnología: el camino hacia el trabajo decente para la mujer”.

Y, respecto de este tema, dos reflexiones: la actual desigualdad existente es injusta, arbitraria y absurda para aquellas que carecen de recursos económicos porque su capacidad trabajo se desaprovecha, su inteligencia natural es dilapidada por la sociedad; una educación de calidad y una eficaz capacitación facilita la realización de labores decentes y bien remuneradas; la ciencia y la tecnología demandan una inteligencia cultivada. 

Es necesario reconocer la valiosa presencia de la mujer en universidades, empresas, industrias, organismos internacionales, estados, gobiernos, corporaciones, fundaciones, cumpliendo su labor con un alto sentido del deber y un enorme grado de compromiso. Y esta presencia crece día a día para bien de la humanidad.

De igual modo, es necesario reconocer la existencia de trascendentales trabajos muy decentes pero carentes de remuneración: la infaltable mujer en el momento que la vida comienza y acogedora en la hora de la muerte, la que permanece junto al hijo enfermo y apoya al más débil, la que amamanta y acompaña a crecer, la que visita al preso solitario, la que lava enfermos en los hospitales, las que sostiene un hogar pobre y la que aún hoy heroicamente sigue buscando a sus seres queridos desaparecidos. Es ella la que da la fuerza para luchar hasta el fin, es ella la que sazona la vida con su toque de ternura, gratuidad y belleza, es la mujer que acuna y defiende la vida, la que en lo cotidiano se atreve a preguntar y cambiar lo que no queda bien, la que alega y permanece cuando todos huyen.  

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