miércoles, 28 de diciembre de 2011

Adultos

Ad portas de la Navidad y del comienzo de un nuevo año, surge en las personas la evocación de diversos sueños, anhelos, expectativas y deseos, lo cual indudablemente nos remonta hacia la etapa más dulce e inocente de nuestras vidas… la niñez, en donde solemos soñar e imaginar qué seremos cuando seamos grandes. 

Ahora bien, es aquí en donde he quedado pasmada al escuchar a un niño decir que no desea ser adulto, que no quiere crecer, sin duda eso llama la atención, su respuesta al ¿por qué? fue aún más asombrosa : los grandes son aburridos, nunca tienen tiempo, siempre están ocupados, sólo trabajan, no se divierten, son gritones, siempre están preocupados…y son  mandones.”

Lo cual es muy cierto, guardando las pequeñas excepciones, los adultos de verdad son así: ¿será que hemos olvidado cómo de niños nos imaginábamos cuando creciéramos?, me refiero a los sueños reales, ¿cómo fantaseábamos divirtiéndonos o cómo eran nuestras caras en aquellos sueños en comparación con la actual? ¿Dónde quedó nuestro niño interno? aquel que se reía de todo y no se enojaba o preocupaba por cosas como el ego, la fama, el éxito o el dinero.

Creo, que de alguna manera inconsciente, inmersos en lo que socialmente es el deber ser, hemos traicionado a la persona mas importante: “nosotros mismos” y lo que es peor, estamos entregando la información a quienes amamos: “es justo y necesario renunciar a la felicidad y a los sueños”. 

¿Será por eso que en estas fechas inundamos tiendas comprando de forma compulsiva obsequios para buscar una manera de satisfacernos, de ser felices y de llenar a los que amamos de cosas, puesto que el tiempo, la presencia, la escucha y el afecto están limitados pues nuestro tiempo se destina a otros asuntos como el trabajo, el éxito y el reconocimiento?

No hay comentarios:

Publicar un comentario