lunes, 28 de noviembre de 2011

Día Mundial de los Océanos

Más de la mitad de la población mundial vive junto o cerca del mar y, sin cuidado, la especie humana ha servido de sus recursos: peces, sal, algas, petróleo, gas natural.  Mares y océanos ocupan el 75% de la superficie terrestre y han sido y lo serán por muchos años, naturales receptores de residuos de toda forma de vida presente en nuestro planeta.

Nuestros océanos se encuentran desprotegidos y están siendo explotados de un modo insensato, la sobreexplotación pesquera, la contaminación y el incremento de emisiones de monóxido de carbono, ponen en peligro a este agente económico y consecuentemente al resto del planeta. 

Es urgente plantea la necesidad de aprovechar en forma sostenible el potencial de los océanos para mejorar la calidad de nuestra alimentación, generar energía basada en la fuerza mareomotriz y crear riqueza mediante la promoción de actividades deportivas y ecoturísticas: el buceo, la pesca deportiva el surfing, la navegación a vela, la natación, son actividades productivas viables para generar riqueza en las localidades costeras.

El agua residual proveniente de las alcantarillas de los núcleos urbanos, y una de las contaminantes del océano, contiene elementos nutrientes que algunas plantas necesitan para vivir. Al alcanzar este agua el mar, las algas se reproducen rápidamente, sin embargo, al momento que la colonia de algas muere, sus restos se vuelven una espuma que contamina playas y causa irritaciones en la piel de los bañistas.

También, el metal es un contaminante altamente venenoso y algunos, como el cobre, necesario para la vida marina, sin embargo, cuando las cantidades son excesivas al ser consumidos y no eliminados por los animales, causan altos niveles contaminantes en la cadena alimenticia. 

Otro vertido, el plomo concurrente en el tributilestaño, compuesto organometálico conservante de la madera, presente en insecticidas, pesticidas y pinturas antiincrustrantes aplicadas en cascos de buques para evitar adherencia de algas y otros organismos vivos, es altamente contaminante. Sus compuestos pueden resultar tóxicos al medio ambiente, especialmente, moluscos, peces y seres humanos; y, su uso está prohibido en embarcaciones pequeñas pero se utiliza con normalidad en los grandes buques.

Un tercer contaminador es el petróleo y, la tercera parte de la contaminación causada por este fluido se produce durante su transporte, bien por el lavado de los tanques, o por accidentes, unos diez mil en los últimos treinta años.

Otro peligro que acecha a los océanos es la pesca descontrolada y masiva. El 20% de las especies de peces conocidas en el mundo están en riesgo de extinción. La pesca sustentable, con larga veda para regeneración biológica y suspensión total de otras subclases de especies, se vislumbran como única solución viable, junto al soporte social y económico para el sector pesquero del que dependen millones de empleos directos e indirectos. De aquí, el regaño científico, resulta difícil encontrar agua de buena calidad y está disminuyendo cada vez más, el posible uso de aguas y de playas costeras.


No obstante, la atención política y científica está concentrada en los ecosistemas terrestres, mientras la falta de datos históricos de referencia, la enorme variabilidad natural y problemas de investigación, dificultan cuantificar cambios en los ecosistemas marinos, como sí se hace en sistemas terrestres de agua dulce.

Se creía que el mar supliría la escasez de alimentos de origen terrestre y, ante la realidad descrita, la comunidad científica y tecnológica examina temas urgentes: la tecnología marina y políticas públicas, oceanografía, gestión integral costera, el impacto humano en el litoral, medioambiente costero.

El Mediterráneo, uno de los sistemas marinos más antiguos e intensamente explotados, está a mal traer, muchos de sus recursos se han declarado sobreexplotados desde hace decenios, aunque la producción sigue aumentado con lentitud, probablemente debido al enriquecimiento en nutrientes del ecosistema; con todo, en nuestros océanos, la contaminación, la introducción de especies y la sobrepesca han provocado un hundimiento general de los recursos y de las pesqueras.

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