miércoles, 13 de abril de 2011

Lo Femenino y el Desarrollo

A finales del siglo XIX, se declaraba que los servicios ofrecidos a los miembros de las familias, en el interior de las mismas, deben ser excluidos de la producción nacional. Sin embargo, a pesar de no ser necesarios para evaluarlos económicamente, otros autores señalan que los cuidados dados a los hijos por las madres deberían ser considerados por las familias y por la sociedad como la mejor inversión en la formación de futuros trabajadores.

Otras ideas del siglo XIX consideradas precursoras de un feminismo económico, favorecen la limitación de los nacimientos, la educación de las mujeres y la igualdad social de los sexos en el trabajo como un medio para elevar el nivel de vida de una sociedad; no puede derivarse de aquí ningún argumento para excluir a las mujeres de la libertad de competir en el mercado de trabajo.

Otros consideran que la oferta de trabajo no depende exactamente de un cálculo individual y, rechazan la dicotomía trabajo- ocio y sugieren tener en cuenta la producción doméstica entre los recursos de la pareja.

En las últimas dos décadas las mujeres han aumentado de manera significativa su presencia en la actividad económica y su participación en el mercado de trabajo; la participación económica de las mujeres mayores a 25 años es cada vez más relevante.

Hoy las mujeres no están abandonando su participación laboral cuando se unen conyugalmente o tienen sus primeros hijos, como ocurría décadas atrás; sin embargo, la actividad económica de las mujeres casadas es todavía inferior a la de mujeres solteras, separadas y divorciadas.

La causa más significativa de la importante presencia laboral femenina durante las últimas décadas está dada por la falta, desocupación o insuficiencia, de los ingresos familiares aportados por el varón.

La merma de recursos ingresados por los hombres empujó a las mujeres a buscar empleo, en un momento de profunda reestructuración y precarización del mercado de trabajo.

Una de las consecuencias fue el reforzamiento de un rasgo preexistente: las mujeres obtienen empleos en condiciones más precarias y peor remuneradas.

Los expertos señalan que la diferencia de ingresos arraiga, por un lado, en la tendencia latinoamericana a segmentar el mercado laboral en tareas femeninas y masculinas.

Por el otro, en la tradición de concebir el trabajo femenino como complemento del ingreso del marido y, por ende, con menor exigencia remunerativa. Además, para muchos empleadores sigue siendo problemático incorporar como trabajadora a una mujer que cumple con sus deberes, simultáneamente, de madre y ama de casa. Esta última cuestión, es de la mayor complejidad cultural.

Parece quedar, entonces, un largo trecho antes que la participación de la mujer en el trabajo refleje el progreso que se ha realizado en materia de no discriminación e igualdad de oportunidades. 



Según las cifras de empleo, aún falta mucho en la inserción laboral de la mujer. Hay avances importantes y si se comparan con sus madres hay muchas más mujeres trabajando pero, la igualdad en oportunidades y la igualdad en sueldos está desequilibrada, sobre todo en algunos ámbitos como la política, donde aún hay muy pocas mujeres participando.

En la parte política la mujer ha sido invisibilizada, lo frecuente es ver a mujeres trabajando en las bases y en los espacios comunitarios pero, ellas hacen la campaña a los hombres y los ponen a gobernar o legislar.


Por primera vez en la historia existen grupos de estudios dedicados a temas específicos de mujer y lo que buscan es fortalecer todas las políticas públicas a favor de la mujer y trabajar por la baja en discriminación, inequidad y desigualdad en su contra.



En los años 1950, junto con el auge del proceso modernizador que configuró la ciudad contemporánea, la práctica colectiva del canto tradicional irrumpe en la sociedad urbana chilena.


Y, en la década de 1940 se comenzó a dar mayor relevancia a las políticas sociales del Estado, el acceso a las artes y la cultura se amplía y se abren nuevos espacios, la actividad de extensión de la Universidad de Chile potenció el estudio y enseñanza del folclor musical y coreográfico.

Más claro queda con lo publicado en páginas de la revista Ecran: “… en Violeta hay un valor que tiene que ser reconocido… como letrista y compositora es excepcional, encuadrando sus composiciones dentro de los moldes folklóricos… tiene alrededor de treinta composiciones que sólo ahora Margot le está escribiendo, pues Violeta no sabe música” (Ecran, 22 de diciembre de 1953).

Así, el encuentro entre ambas anticipó con claridad lo que habría de ocurrir en el proceso estético-estilístico de la Nueva Canción: por una parte, Violeta le entrega al movimiento la lucidez de su creación personal sin trabas, por la otra, Margot le lega la técnica para una interpretación veraz.

Uno de los puntos compartidos por ambas es la búsqueda universalista de su alteridad, su reconocimiento y legitimación mediante la representación de las experiencias tradicionales, recogidas mediante herramientas etnográficas fruto de un estudio contextual bajo principios de selección y adaptabilidad escénica.

Pero, de aquí surge una divergencia, Margot es una purista de la interpretación, Violeta no tiene conflictos en experimentar y apartarse del canon oficial en pro de afirmar su identidad más profunda.

Y, Violeta no personifica, más bien encarna en profundidad a la cantora campesina ajena a todo discurso académico y responde, junto a otras campesinas de la zona central, exclusivamente a la mujer campesina aplastada por quinientos años de latifundio y patriarcado.

Y, a esta muestra de voluntad femenina por participar en su íntegro desarrollo, se agregan dos nombres.

María de la Luz, gerente general de BTA S. A., decidió retirarse de su trabajo en Codelco para asumir el arriesgado proyecto de Biotecnologías Antofagasta, emprendimiento que conoció ONU la Organización de Naciones Unidas reconociéndola como Mujer Emprendedora 2010, por su propuesta de extracción de cobre de forma sustentable.

María Teresa Ruiz, primera astrónoma chilena, conoce los diversos observatorios internacionales ubicados en nuestro país, los megaproyectos que en este ámbito se vislumbran en el futuro en Chile, el beneficio que ellos traerán a los profesionales del área, las características de nuestra posición del universo, la existencia de quarks y si el acelerador de hadrones efectivamente podría llegar a producir un hoyo negro.

En la reunión realizada en Río de Janeiro el año 2009 la doctora Ruiz aceptó el honor de dar una de las cuatro charlas magistrales de la XXVII Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional una cita que ocurre cada tres años y en la que sólo cuatro astrónomos por vez son elegidos para hablar ente todos más de 2.500 científicos a los que suman público en general; ningún científico chileno había hablado antes desde esa cosmopolita tribuna.

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